Encuentro
(a veces sí, a veces no)
el derrotero de mi propia deriva.
Y como descubriendo las ruinas de la oscura nave
doy con el timón oculto por el musgo,
con la dormida y herrumbrada proa.
Vaya donde vaya
dejo estelas abandonadas.
Como aves marinas,
cadáveres de mis ancestros me siguen,
me persiguen hambrientos.
Guiado por la constante bruma
de un mar a otro voy errando
sin saber qué aguas me pertenecen,
qué cenizas me atraerán.
Danzan los horizontes a mi alrededor
(a veces sí, a veces no)
ofreciéndose.
Provocativos.
Si supieran que voy más allá de sus líneas.
Mas allá del allá,
donde otra vez
se abre la boca de la deriva.
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