Vuelvo la cabeza
en busca del cementerio de los años dulces.
De los padres y abuelos
de este señor
que jugaba con una locomotora de lata
y que ahora recuerda
ciertas mandíbulas sin rostro
un par de anillos vacíos
el sótano gris de una casa en Liniers.
Tantas cosas...
Un primo jamás concluido.
Cuelgo mi memoria
sobre esta pared hecha de ojos abiertos.
Mi espacio ya ha sido ocupado
pero el murciélago ufano
se demora.
Mientras tanto
el verano,
la tarde,
me pertenecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario