viernes, 5 de octubre de 2012

Rawson 527

"Nada se fija más en la memoria, que aquéllo que intensamente queremos olvidar" (Michel de Montaigne)


Tantas veces he agotado esa vereda.

Tantas veces he pasado de largo
Con la cabeza gacha
Buscando quizá entre las baldosas
La memoria
O simulando que el edificio no existía
Como si la familia muerta clamara desde un baldío.

Fue entonces que tomé coraje
O quizá me sentí empujado por la pertinaz lluvia.
Es que el tumulto desbocado de los recuerdos
Provocó tanto escándalo que me acobardé
Y por instinto busqué refugio en el zaguán
Por miedo
Por miedo a esa memoria.

Y acerqué mi cara al vidrio de la entrada
El hocico aplastado a la transparencia
El ojo abierto al calvario.

Y ahí estaba la escalera
Por donde subían los gritos
Por donde bajaban las cataratas de lágrimas
Tantas eran.
Tantas.

El testigo ascensor
Rezongando 
Acarreando odio el día entero
Paseando la insanía a través de los pisos
Tronaban las carcajadas de la puerta tijera
Cada vez que me moría en el zaguán.
Nadie que me velara
Nadie que me aligerara del desconsuelo.

Y ahí estaban.
Padres matándose
Hijos muriéndose, crecían.
Se abría y cerraba esa familia
Como una planta carnívora.

En la primavera tragicómica
Florecía el genocidio
Sin muertos efectivamente muertos
Sólo deudos
Sólo escombros tirándose piedras uno al otro.

Me aparté por fin del vidrio
Caminé a través del aire mojado
Otra vez la cabeza gacha.

Tantas veces he agotado esa vereda.