SETENTA Y CINCO
Existe una bala para
cada uno
Y la que me
corresponde
ha sido ya
disparada.
A lo lejos,
Allá en el fondo del
túnel
Se distingue por fin
la oscuridad.
Por fin.
Se alza el telón,
Empiezan los últimos
actos.
Los viejos
Se sientan en el
borde de la cama
Y antes de dormir
Se quitan ciertas
cosas
Y las meten dentro
de un vaso con agua.
Nos vamos quitando
cosas
Que ya no podemos
guardar
Ni retener
Ni recordar.
Cada día que pasa
Y que nos pasa
Abandonamos un poco
de lastre.
Al menos
Bajaremos más
livianos.
Después de todo,
Sólo somos una
prótesis de la Muerte.
Es ella quien se
sentará al borde de la cama
Se desprenderá de
nosotros
Y nos dejará caer dentro del vaso.