miércoles, 18 de mayo de 2011

Hice un atado con mi pobre alma

Hice un atado con mi pobre alma
Llevéla hasta el sastre de la esquina.
El pobre remendón que siempre en calma
Sobre la Singer su constancia inclina.
 
Dije al viejo, abriendo el envoltorio:
"¿Puede usted remendar esta alma mía?"
Miróla el hombre, y en tono perentorio
Respondióme seguro en su porfía:
 
"Ya es muy tarde, señor, para un remiendo.
Su alma está ya tan deshilachada,
Que es preferible no tocarle nada
 
A riesgo de dejarla peor que antes"
Vuelto a casa, y con cierto sacrificio
Mandé mi pobre alma al desperdicio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario