jueves, 29 de septiembre de 2011

Es posible

Es posible
que de tanto escribir con los bolsillos rotos
la voz se me hubiera derramado.

Es posible también que la olvidase
en algún despintado banco de plaza:
una voz, un diario, una mujer, un paraguas.

Como quien hace oler al perro
una prenda del extraviado,
me incliné hacia el corazón
y agité una secreta palabra en su oído.
En el oído del corazón.

"Ahora corré
y buscá
y traé
y devolveme la voz"
 - le dije.

Pero el corazón no se movió.

"No puedo devolverte
lo que ya no es nuestro
 - respondió -
sino de nuestros muertos."

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