domingo, 27 de abril de 2014

Deleuze

 (A Gilles Deleuze, pensador francés suicidado el 4 de noviembre de 1995)

Un señor
Un señor parecido a otros señores
Decide un día salir de su departamento
Y no quiere hacerlo por la puerta,
No quiere dar el paso inicial a través del vano
Y colocar la suela de su zapato en el suelo.

Ese señor
Con cierta reticencia
Con cierta duda
opta salir por la ventana
y dar el paso inicial
y apoyar la suela de su zapato
en el aire.

Y éso es lo que hace.
Apoya la suela de su zapato en el aire
Sabiendo que ese aire
Está a muchos muchísimos metros del suelo
Ese señor aún vive en su departamento
Ese señor vive a mucha altura
En un edificio con infinidad de pisos
Ese señor vive como si fuera un satélite del planeta.
Tan lejano del suelo habita.

Como decía, resuelve hacer su primer paso
Apoyando el pie en el aire
Y sabiendo que no va a poder volar
Que no va a poder caminar
Que no va a poder vivir.
Y mientras cae
Mira por la ventana de cada piso
Cae de duelo en duelo
De llanto en llanto
De fatiga en fatiga
Hasta que - quizá sin darse cuenta -
Su cuerpo golpea el piso del suelo verdadero
Del suelo al que tanto anhelaba y temía llegar.
Del suelo de baldosas imperturbables, apáticas
Y hacia donde las personas corren para observar
Ese hecho curioso
Ese hecho lleno de sangre y de un par de anteojos destrozado
Como ese señor.

Ese señor ya no cree más en nada
Y sus largas uñas y su pelo quizá le sigan creciendo un poco.

Qué lástima digo,
Un señor tan unido
Tan amalgamadas sus piernas al tronco
Y sus brazos
Y su cabeza más aún,
Fusionada a su razonamiento
Siempre cavilando examinando
Hilando y razonando
Un señor tan unido en sí mismo
Estén ahora desperdigadas sus partes
Por ese pavimento que no le permitió continuar.

Ese señor ha escogido
No volver a pensar.



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