De pie
en medio de la lluvia
abre su piel
y la muestra a los caminantes.
Uno que otro se detiene,
hurga en los bolsillos
y deposita dos monedas
sobre sus ojos cerrados.
Así es la vida del que pide,
amigo.
No crea usted que le va mal.
Casi siempre saca para su última cena.
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