No termino aún
de dar de comer al mes de julio,
cuando ya surge agosto
hambriento
ladrando frente a la puerta.
Señor
Qué poca piedad
tienen las jornadas
para con este señor.
Meses de veinticuatro horas.
Semanas hechas de viento.
Días como alfajores,
tan minúsculos.
Se apura ella sola
la canción,
aunque yo me demore
entre sus estrofas.
La música
bajo la ventana
también aúlla.
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