El azul irrumpe.
Por la ribera de los cincuenta y nueve
camino descalzo,
pensador.
Se apartan de mí los rojos.
Me son esquivos.
Y el azul acomete de manera suave.
La sierra del carpintero
dentro de la caja de música
dale que te dale
girando,
mordiendo.
Se instala en las aguadas pupilas
el azul;
en las caderas porfiadas,
en los recelosos nudillos.
Clava su bandera ultramar
en esta luna sedienta.
A los cincuenta y nueve años
se atreve
y me quebranta,
un malhumorado color de Prusia.
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