Mi mujer se sienta desnuda a mi lado
y se dispone al sueño.
En la penumbra de la lámpara
ella es para mí como un enjambre.
Sentada en el borde de la cama
controla sus costumbres amorosas:
la hora, el sostén, la lectura,
las gotas de trigo por los muslos,
el nervioso pelo renegrido.
Es como un enjambre de ojos y de almohadas
cuando pontifica,
sentada y desnuda.
Es como un enjambre lo que sucede.
Trato de continuar la lectura
y en el libro revolotean
las amplias mariposas de sus manos.
La pequeña sombra de sus pechos
cubre la tipografía volátil.
La espero callado y encogido,
para naufragar en su arena movediza.
Creéme.
Es como un enjambre.
feliz aquella a quien tu le escribiste
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