No es esto lo que yo quería.
No elegí yo los ojos mecánicos
el temblor en la mano
el dédalo de gritos
el abismo.
No quise para mí
el beso carnívoro
la caricia afilada
los muñecos de pólvora.
No quise tantas cosas.
Me rodeaba sin embargo la llaga
la constante úlcera
y el amor
que sólo pueden prodigarse los alambres,
las piedras.
Después de todo
lo único que yo quería
era esa palabra
que siempre imaginé para mí.
Que hasta sonámbulo escribía
en las pizarras de la noche.
Una sola palabra
que, en ocasiones,
me cuesta recordar.
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