Ella mi madre me decía sin decirme
soy el fruto caído de ningún árbol,
el sueño por nadie soñado.
Yo su hijo le decía sin decirle
mi corazón tiene un latido ajeno,
mis manos cavan en el aire.
En un tiempo supimos ser el uno para el otro
sin haber uno,
sin haber otro.
A ella mi madre
el dolor fue lo único que no le confiscaron.
A mí su hijo,
una sonora niebla
hizo que cayera en el estanque del odio.
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