domingo, 3 de octubre de 2010

Poema sesenta y uno

Suspendida en la garganta
la campana de sospechoso metal
dale que te dale
la boca abierta
los ojos cerrados
suena.

Huérfana se tañe,
alocada
sorda a su propio eco.

Curioso en la noche
enciendo luces
abro y cierro violentas sombras
interrogo los objetos cercanos a la muerte:
una lapicera
algunas fotografías.

Lentes
desprendidos ya de los ojos.

De a pequeños sorbos
bebo la sequedad,
el frío.

Pronto seré mi padre.

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