domingo, 3 de octubre de 2010

Singladura

Encuentro

(a veces sí, a veces no)

el derrotero de mi propia deriva.

Y como descubriendo las ruinas de la oscura nave

doy con el timón oculto por el musgo,

con la dormida y herrumbrada proa.



Vaya donde vaya

dejo estelas abandonadas.



Como aves marinas,

cadáveres de mis ancestros me siguen,

me persiguen hambrientos.



Guiado por la constante bruma

de un mar a otro voy errando

sin saber qué aguas me pertenecen,

qué cenizas me atraerán.



Danzan los horizontes a mi alrededor

(a veces sí, a veces no)

ofreciéndose.

Provocativos.



Si supieran que voy más allá de sus líneas.



Mas allá del allá,

donde otra vez

se abre la boca de la deriva.

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