viernes, 10 de septiembre de 2010

Arrinconé a mi sombra

Arrinconé a mi sombra contra el muro
y la violé.
Después le dije que se marchara.

Más tarde miré hacia delante.
Mi sombra había desaparecido,
el delante no lo distinguía.

Miré hacia atrás.

Las calles estaban atestadas de años;
años que chorreaban por el frente de los edificios,
años que corrían por el cordón de las veredas
como el agua sucia.
Años que manaban de las alcantarillas
como agua servida.
Eran agua servida.
Años que subían y bajaban de los colectivos,
años concretos,
palpables.
Años transeúntes.

Me detuve frente a un paso a nivel.
El tren corría lento,
infestado de años cartoneros
destinados al reciclado.

¿Eso era todo, entonces?

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