jueves, 23 de septiembre de 2010

Futuro imperfecto

Y llegaré a Constitución en el tren que viene de La Plata a eso de las once de la noche.
Y esperaré en silencio, sentado sobre la valija, en medio de la estación.
Hasta que se hayan ido todos.
Y en ese momento me pondré a llorar.
Lloraré porque no habrás ido a buscarme.Lloraré porque no tendré siquiera como para un miserable sandwich y una coca.
Lloraré por no encontrar dónde echarme a dormir, dónde caerme muerto, a quién pedir ayuda.
Y deambularé por Bernardo de Irigoyen, por Lima, por Salta, hasta derrumbarme en algún mugriento zaguán.
Y soñaré con vos.
Con los perros.
Con el agua.
Y despertaré hambriento, entre el caminar de la gente temprana.
Y agotaré el Clarín en  busca de alguna changa.
Y lavaré platos a cambio de un desayuno gris y dos comidas negras.  
Y dormiré en el sótano pensando en tu risa...tus mínimos pies.
Y llegará el invierno y seguiré ahí, amamantado por el frío de ese sótano, preguntándome qué se habrá hecho de tu vientre, de tu pelo renegrido y ensortijado.
Y aparecerán los domingos. Los domingos pintados por una mano de uñas negras, roídas, en los que intentaré sonreír quitándome de encima tu sombra. El recuerdo de tu sombra.
Y te escribiré mil cartas de memoria, y mil veces las tiraré a la resaca de esa  memoria.
Pero tu sudor y tu sombra no querrán alejarse.
Y tendré que vivir con el paisaje de tus amorosos hombros redondos, de tus dientes.  Esos dientes tuyos de carbón blanco.
Y mientras lave esos platos con restos de tuco fétido y ravioles endurecidos, me preguntaré si quiero seguir viviendo así.
Y me responderé que no.
Que sin tu escándalo, no.
Que sin el tumulto de tus ojos desnudos, no.
Que sin tu risa, que siempre me escudó de los sinsabores,de las aflicciones, de la pesadumbre, no.
 Y no sabré qué contestar.

                              

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